MÁS ALLÁ DEL ESCEPTICISMO O LA INGENUIDAD, LA DUDA.

 

Por: Luis Federico Santana J.

Las fake news o noticias falsas se han convertido hoy en pan nuestro de cada día en los diferentes medios de comunicación, pero sobre todo en las redes sociales.

Lo cierto es que siempre han existido las noticias engañosas, pero el surgimiento de la internet y las nuevas tecnologías de la comunicación y la información han multiplicado este fenómeno y hoy representan un gran peligro para un ejercicio periodístico honesto y apegado a la verdad.

La actitud correcta no es ignorar este fenómeno de las fake news, sino asumir una actitud crítica e investigativa, de tal forma que esas noticias engañosas sean identificadas y tratadas como tal. Antes las falsas noticias el lector no debe ser ingenuo.

Hay profesionales del periodismo que, preocupados por este fenómeno, proponen como alternativa el escepticismo. Desde luego, a primera vista esta recomendación luce extrema. No parece saludable pasar del extremo “creer todo” a “no creer nada”.

Es bueno recordar que en la filosofía clásica griega hubo un filósofo, llamado Pirrón, que perteneció a la escuela del escepticismo. Esa corriente de pensamiento se caracterizaba por no creer absolutamente nada.

Una anécdota de este filósofo da cuenta de que Pirrón caminaba un día mientras se repetía en sus adentros… “nada existe, nada existe…”

Curiosamente en ese momento un perro furioso le salió al frente. Para no ser mordido Pirrón subió a un árbol para no ser mordido. Ahí mismo cayó su teoría. Por lo menos el perro existía en ese momento.

Más próximo a nosotros, en el siglo XVII, René Descartes creó la famosa “duda metódica”, un poco más ligera que el escepticismo. Una alternativa intermedia entre los extremos “creer todo” y “no creer nada”

Para Descartes era importante dudar. Dudar siempre. «Yo dudo hasta de que estoy dudando» decía. Pero un elemento importante de Descarte, la duda era para él camino para llegar a una verdad “Clara y Distinta”.

Es decir que no era simplemente dudar por dudar, sino dudar para alcanzar la verdad clara, evidente, confirmada. En ese sentido el ejercicio periodístico siempre tiene que usar la duda. No creer todo hasta tanto no sea confirmado, comprobado, verificado.

Esto implica ir a una fuente autorizada y, pese a ser autorizada, contrastarla con otras fuentes creíbles. Lo correcto entonces, es dudar, no ser escéptico. Ser crítico, no ingenuo.

Insisto, el creer es virtud que jamás puede ser descartada. Lo correcto entonces es no ser ingenuo, sino investigador, crítico, analítico. Lo recomendable es hacer caso a Descartes, no a Pirrón.

Existe una diferencia esencial entre: «No creer nada de lo que me dicen» y «Desconfiar de todo». No creer nada de lo que me dicen es cerrarse a cualquier verdad, por miedo a la mentira. Ojalá que la mentira no nos quite las ganas de encontrar la verdad.

«Desconfiar de todo» es un ejercicio inteligente, porque implica depurar la verdad de la mentira, a través de la duda.

Y, a propósito de los fake news, lo peor de todo, es que no estamos lidiando solo con mentiras, sino con falacias. La mentira en sí misma es fácil de identificar y descartar porque es de una sola pieza.

La falacia, por el contrario, es una mentira disfrazada de verdad, por eso engaña. Y la falacia se elabora precisamente con la intención de engañar.

Un ejemplo para ilustrar el concepto falacia es la publicidad. Puedes encontrar una publicidad que te diga que la Loto es la fábrica de millonarios.

Lo peor es que muchos se lo creen a propósito de que algunos se la han sacado el premio y, ciertamente se han hecho millonarios.

Pero si analizamos bien, más que fábrica de millonarios es fábrica de empobrecidos, a sabiendas de que no es lo mismo ser pobre que ser empobrecido.

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